LLEGAR A TIEMPO...

Hace mucho no escribía ni para mi blog, ni para ningún otro propósito; quizá daba prioridad a otras cosas que en mi concepto eran más importantes o requerían más de mi tiempo inmediato. Pero seguramente la razón principal por la cual no me animaba a escribir, era porque precisamente la pasión estaba ausente, no me salía nada y, para escribir sin inspiración, preferí no hacerlo.

Hoy, como un reto personal de dejar a un lado la procrastinación, pero principalmente como respuesta a una necesidad de sacar de mí muchas cosas que tengo atoradas, trancadas, perdidas por ahí; pongo por escrito pensamientos que han estado enredados y que se me han hecho difíciles de entender y de digerir. Manos a la obra: decidí sentarme frente a mi computador e intentar plasmar por medio de palabras todo lo que ha deambulado en mi cabeza y en mi corazón por estos días, me animo hoy; porque esta ha sido la mejor manera que desde siempre he encontrado para sanarme, soltar y poder seguir, y si de paso les llega algo de lo que escriba, ¡maravilloso!

Han pasado muchas cosas en mi vida después de mi última publicación en el blog, una especie de montaña rusa que parecía no parar (como la vida misma, que no da espera), regresé a mi empleo después de la pandemia, todo empezó a tomar forma, sueños familiares se cristalizaron, luego llegó el COVID, pasamos algunos días difíciles, personas se alejaron, otras llegaron, y por cada prueba difícil, llegaba otra situación que la alivianaba, tal vez en eso se resume la vida, en altas y bajas que nunca terminan y en las que uno se va perdiendo un poco, se va desconectando, como cuando la corriente del mar te arrastra, no quieres, intentas no dejarte llevar pero es inevitable. Así me he sentido a veces, y así muchos seguramente se han sentido. Pienso en la frase: “No sabemos lo que está sintiendo el otro”, algo tan cierto y tan complejo, pero que hasta que lo vivimos de cerca, ya sea por la cercanía de alguien que la está pasando mal y de quien sentimos su dolor como propio, o porque nosotros mismos estamos pasando esos momentos difíciles, no entendemos bien de lo que otros hablan, ni qué significa esa frase.

Y ese sentimiento se ha vuelto recurrente, no sé bien si se trata de un dolor, de un intentar o de una sensación de no poder estar para otros cuando nos han necesitado o incluso cuando nos hemos necesitado nosotros mismos y no hemos podido llegar a tiempo.

Personalmente creo que fallo a diario, fallo tratando de llenar los estándares de mamá, esposa, profesional, hija, hermana, nuera, cuñada, sobrina, nieta, prima, amiga, etc. Y lo menciono, porque muchas veces llego al final del día con esa sensación de que no es suficiente todo lo que pueda hacer para poder lograr llenar esos vacíos que voy dejando en el camino, porque cuando logro suplir uno, dejo vacío otro, y ahí es cuando me siento muchas veces como una malabarista tratando de llegar al otro lado sin dejar caer las mazas que están volando al mismo tiempo en el aire; mientras avanzo lo hago con la incertidumbre y el temor de que en algún momento se me vaya a caer una.

Por estos días soy esa malabarista… me embargan algunas emociones que no creo poder describir con exactitud, es un tratar de llegar y no poder, un miedo a fallarle a los que quiero, y más fuerte aún, la incertidumbre de no saber si pueda remediarlo.

A lo largo de mi vida, posiblemente he decepcionado a muchas personas que en algún momento han esperado un poco más de mí, y creo que el porcentaje se ha incrementado en esta etapa de mi vida en el que ser mamá se ha convertido en un rol fundamental y que disfruto muchísimo, y en el que muchas veces he tenido que descuidar otros aspectos importantes de mi vida, pero sin jamás olvidarlos, y de allí hacen parte personas que esperan atención, palabras, tiempo, y seguramente lo hacen porque saben cuánto me importan y porque les duele que no esté ahí para ellos cuando me necesitan; pero insisto, no es falta de motivación, ni de ganas, es quizás porque en muchos momentos no he estado ni siquiera para mí.

“El tiempo es a la vez el más valioso y el más perecedero de nuestros recursos. (John Randolph)”, ¡nada más cierto! sin darnos cuenta nos convertimos en seres que intentan a diario administrar mejor el tiempo, para poder cumplir aquí y allá, en la búsqueda de un balance perfecto; pero muy bien sabemos que la perfección no existe y que no podemos tener contentos a todos, aunque quisiéramos. Tal vez esa es una de las emociones que debo aprender a manejar, y es el querer mantener a todos contentos, ya he comprobado sin suerte que no es posible, y en vez de ser reconfortante el proceso ha terminado siendo supremamente desgastante para mí.

Algunos dicen que: “si uno quiere saca tiempo, cuando no, saca excusas”, y para mí no es del todo cierta, porque si tuviera la capacidad de decirle a tantas personas todos los días lo importantes que son para mí lo haría, pero a veces simplemente la vida se pasa y toca cuando se puede. Por mi parte demuestro amor en pequeñas dosis de tiempo, pero lo hago de manera sincera y transparente, y afortunadamente ese amor lo recibo de vuelta la mayoría de ocasiones, porque creo firmemente en que recibimos lo que damos y no lo que creemos dar.

Hace casi tres meses falleció mi abuelita, y no recuerdo haber sentido antes una tristeza tan honda, profunda e indescriptible… Entre las maneras de procesar mi dolor y los sentimientos que en mi genera esta gran pérdida estuvieron el publicar fotos y frases relacionadas con su muerte. Muchos amigos me manifestaron su amor y me enviaron palabras de aliento por mi pérdida, incluso personas con quienes no hablaba hace mucho tiempo. Eso fue hermoso y me comprobó que el otro no puede adivinar mi dolor, que si no lo hablo no hay manera de que sepan que los necesito, y eso me hizo sentir un poco más alivianada cuando pienso en que alguien que me importa pasó por momentos difíciles y necesitaba de mí, pero no tuve forma de saberlo si no me lo decía, porque la vida no funciona así, cada quien tiene sus rollos, sus miedos, sus preocupaciones y sus silencios, y sería injusto culpar al otro por no estar para mí, porque esa persona también tiene una vida y seguramente tampoco le está tocando fácil. Lo que pasa es que no todos los seres humanos tenemos la misma capacidad para exteriorizar los sentimientos y de aceptar que necesitamos de los demás.

Posiblemente la respuesta a todo esto del no poder estar para otros, es que muchas veces nos vamos olvidando de quién somos y qué nos mueve, por dejarnos llevar de los asuntos cotidianos, y es así que se nos va pasando la vida tratando de encontrar espacios en los minutos para vivir. Pero al menos en mi caso personal, es pasajero y siempre vuelvo a mi y a los que amo, aunque me pierda por momentos largos o cortos. Aun no sé si me vaya a alcanzar la vida para dedicar a todos los que me importan, el tiempo y el espacio que se merecen… Por ahora trataré de seguir abriendo un lugar para hacerlo, porque la vida se pasa y nos vamos con ella, y no me quiero quedar sin decirle a los que amo cuánto me importan, aunque lo sepan, así sea con una foto, un texto, un audio, una llamada, un abrazo, una sonrisa, cualquier medio se vale.

Los que me conocen saben que siempre he tratado de ser amable con todo el que puedo, incluso desconocidos, porque no sé qué tan bien o mal la estén pasando, y eso siempre quedará en mi conciencia y corazón. Pero igual, trataré de hacer un poco más por estar para los que quiero, comenzando por estar más para mí… porque las penas son más llevaderas teniendo cerca a quienes queremos y esta vida es tan corta que se nos va en un suspiro.

Probablemente hagas parte de esas personas que están en mi corazón de una manera muy especial, así que aprovecho para decirte lo importante que eres para mí, aunque a veces la vida no nos de el tiempo suficiente.